24 de mayo de 2015. Ya está aquí. Por fin se abren las urnas
de la Democracia en un momento en que esta susodicha está más tocada que nunca,
debe ser que ya se acerca a la crisis de los 40 y, como no podía ser menos,
está asustada.
Quizá influya en ello la vida tan ajetreada que ha llevado.
Nació débil, con periodo de incubadora de por medio y con unos padres que la
miraban con recelo, como si de un penalti se hubiese tratado. A ello le siguió
un difícil crecimiento. Era la rara de la clase por aquel entonces y muchos se
negaban a aceptarla, aunque su buen carácter adquirido por naturaleza hizo que
no tardase en hacerse popular. Tan popular que, cuando se aproximaba a su
mayoría de edad, las luchas por estar a su lado se convirtieron en un día a
día. Los grupos de amigos que fue formando a lo largo de su vida entraron en
una pelea constante por secuestrar su amistad. Pronto se dio cuenta del egoísmo
que le rodeaba, pero la popularidad es demasiado preciada como para renunciar a
ella. Aguantó el vaivén de los años, sobrevivió a aquellas riñas constantes
tratando de compartir tiempo con todos aquellos amigos a los que ya empezaba a
mirar con cierto recelo. Hasta que un día se cansó. Un 15 de mayo de 2011
decidió que aquella situación tenía que terminar, que la amistad debe ser un
disfrute y no un problema y que había llegado la hora de buscar nuevos círculos
que la entendiesen y valorasen. Ya no era una niña como para seguir soportando
aquellas riñas de patio de colegio. Entonces empezó a frecuentar nuevos lugares,
a reunirse con gente que hasta entonces había visto su amistad como
inalcanzable. Y en esos espacios que
empezaban a abrirse a su alrededor fue encontrando personas que le aportaban
frescura y esperanza a su vida, y a las que quería dar una oportunidad. Porque,
quizá pueda ser difícil cambiar de amigos cuando uno ya se acerca a los 40
años, el miedo es entendible en un contexto así, pero nunca es tarde para
realizar un cambio si este supone una mejora.
Es por ello que hoy, 24 de mayo, cuando Democracia por fin
se ha decidido a cambiar de vida y abrir sus urnas con el deseo y la esperanza
de que ese cambio sea para mejor, tenemos que ser muchos quienes le mostremos
nuestro apoyo y le digamos que sí, que sí se puede, que no es tarde, que no hay
motivos para tener miedo y que ahora que está en una etapa de su vida tan
importante, es el mejor momento para comenzar de nuevo, para soltar lastre y
empezar a construir un futuro en el que pueda sentirse más a gusto, en el que
todos podamos sentirnos más a gusto.
Votemos. Llenemos las urnas de la Democracia. Pero hagámoslo
con sentido común y sabiendo que a momentos históricos como este no se llega
fortuitamente, por lo que es el momento de dejar el miedo a un lado y
aventurarse a un futuro que, cuanto menos, será mejor que ese pasado tan oscuro
que ya empezamos a dejar atrás.
“No habrá otoño si no hay primavera” decía Manuela Carmena
en uno de sus últimos actos de campaña. Alimentemos esta primavera de la
esperanza suficiente como para llegar a otoño con la fuerza que haga de 2015 el
año en que la Democracia volvió a ser nuestra mejor amiga.