Ya
estoy en Lviv. Llegué a las 6 de la mañana ucraniana cuando aún no habían
puesto casi ni las calles. ¡Aunque creo que aquí no se esfuerzan mucho en
ponerlas con los socavones que dejan! Oyga, la CS que me aloja, me sugirió
coger un taxi en la estación que por 4 o 5€ me dejaba en la puerta de su casa, pero después de
estos meses en Polonia y después de que me clavasen 40€ por el tren a Ucrania
he decidido que me merecía el sacrificio de coger un autobús (sacrificio que se
ha multiplicado según pasaban los minutos en la calle bajo la fuerte nevada que
caía). Los 0,20€ que me ha costado el billete han merecido la pena.
Tenía anotado en mi “cuaderno de viajes” el
nombre en cirílico de la estación donde debía bajar y contaba con el detalle de
que el trayecto duraría aproximadamente 35minutos. ¿Fácil no? Pues a la gente
que iba en el autobús no debía de parecérselo pues cada vez que le enseñaba mis
notas a alguien (en cirílico, claro está), les faltaba salir corriendo.
Finalmente he decidido sentarme y esperar a que pasasen 30 de los 35 supuestos
minutos para ir a preguntarle al conductor dónde bajar, y, aunque no ha llegado
ni a abrir la boca, me ha dicho entre signos que esperase que él me avisaba.
Como podéis ver, ha ido bien la cosa.
Tras
presentaciones y conversaciones mañaneras de legaña le he dicho a Oyga que ella
se tenía que ir a trabajar y yo a dormir, pues la noche no me había dado para
mucho. El hecho de que me cobrasen 40€ por el tren se debe a que hoy solamente
había trenes cama viniendo a Lviv y esos son más caros, pero cuando entré
anoche al tren y vi la maravillosa cama que me esperaba me dije, al menos ¡hoy
duermes! Y así ha sido, tumbarme y quedarme dormido durante aproximadamente 1h,
hasta el momento en que hemos llegado a la frontera. Entonces ha comenzado una
especie de desfile militar privado, primero por parte de los soldados polacos,
luego de los ucranianos, luego de otros soldados que estaban interesados por
saber si teníamos droja en la maleta, luego los soldados que no se creían la
respuesta que les habíamos dado a los anteriores y han ido analizándonos con
linternitas… Y finalmente, cuando parecía que ya habían terminado he mirado el
reloj y he visto que aún tenía 1h y media para dormir, ha venido el revisor a despertarnos porque
¡estábamos llegando! Pero no es que hubiésemos ido más rápido como premio al
trajeteo de la noche (hemos recorrido 120km en 5h), sino que había olvidado el
cambio horario de Ucrania.
Ahora
voy a darme un paseo por Lviv hasta donde la nieve me lo permita, pues aquí hay
más de 30cm en las calles, y a ver si esta noche os puedo contar primeras
impresiones sobre Ucrania. Aunque ya he podido percibir que, aunque ortodoxos, son incluso más religiosos que en Polonia.
Mientras esperaba esta mañana a Oyga frente a una iglesia cercana a su casa he
visto que todas y cada una de las personas que pasaban por delante de la
iglesia se santiguaban y se quitaban el gorro, algo que jamás había visto
antes.
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