viernes, 15 de febrero de 2013

Łódź



Pensaba que la decadencia de los trenes serbios era insuperable, incluso los trenes marroquíes visten con mayor encanto, pero hoy he descubierto que el Regional 7124 que une las ciudades polacas de Poznan y Lodz se lleva la palma. Cinco largas horas de traqueteos constantes, chirridos y parones para recorrer tan solo 250 km. Deberían cambiar el nombre de este tren y llamarlo algo así como “feria ambulante”, porque hasta el olor a fritanga ha viajado con nosotros gracias a los bocadillos que medio tren ha sacado a la hora de comer. Tal ha sido la función que he llegado a echar de menos el cinturón de seguridad en algunos tramos, y eso que no creo que hayamos superado los 60km/h.

Aún así, mi enamoramiento por este medio de transporte y por Polonia no cesa. Esta es la decima ciudad polaca que visito en los 5 meses que estoy a punto de cumplir aquí, el 18 de febrero exactamente. Prefiero no pararme a pensar en los kilómetros recorridos (más de 5.000) ni mucho menos en las horas de tren a mis espaldas.


Por lo que he estado leyendo, Lodz es la tercera ciudad más grande de Polonia, con algo más de 700.000 habitantes, lo cuál la hace atractiva. Un atractivo que se pierde cuando cada polaco al que preguntas te habla de otro raking, el de las ciudades más feas de Polonia, en el cuál Lodz ocupa un primer puesto. No obstante, como nunca he sido muy de rankings, a los que en general consider un tanto malintencionados, he preferido comprobarlo por mí mismo y así tomar un poco de aire fresco, que ya llevaba 1 mes sin viajar y mi adicción cada vez me exige dosis más altas.

Como no podia ser menos, el fantástico tren no era suficiente sino que tenía que haber anécdota incluída. El chequeo de billetes es algo que se cumple religiosamente aquí, expresión que viene al pelo cuando hablamos de Polonia. Por lo general quienes revisan los billetes suelen ser hombres con unos cuantos años en sus talones y con un carácter bastante agrio, lo cual puedo llegar a entender cuando pienso en que pasan su vida a bordo de estos trastos andantes.  Sin embargo, hoy he dado con la revisora más agradable de todo el país, tanto que ante la imposibilidad de comunicarnos ha ido a buscar a alguien que hablase ingles y que pudiese traducir lo que quería decirme. Lo que no esperaba es que eso que tenía que decir es que en media hora los vagones del tren se dividirían, y concretamente en el que yo iba no se dirigía a Lodz, por lo que me ha tocado levantarme y encontrar nuevamente un sitio en el que esparcir mi equipaje durante las horas restantes.

Kryzysiek es el nombre del polaco que me alojará esta vez, y no tengo ni la menor idea de cómo se pronuncia, así que mi primera mission al llegar a Lodz es memorizar el sonido con el que esa palabra se identifica. Y es que si algo he aprendido en estos meses es a memorizar sonidos sin tener si quiera una ligera idea de cómo escribirlos, así que aquí al menos cuento con esa ventaja.

El siguiente paso sera buscar la tienda de productos fotográficos más cercana para comprar un carrete con el que dar uso a mi nueva cámara Kodak Retinette IB de fabricación alemana, que, aunque de nueva tenga poco, para mí es la última novedad en mi vida.




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