sábado, 13 de abril de 2013

Sebastopol


¡El sol de Sebastopol me ha dado energía para al menos un mes! Había olvidado lo que era sentir calor, sudar, agobiarme por llevar la chaqueta puesta. Tuve incluso un amago de bañarme en la playa, pero me pudo la sensatez y el murmullo de que las aguas del Mar Negro son muy frías.

Al igual que Odessa, Sebastopol fue en su origen un asentamiento de griegos y romanos. Los restos de la polis griega, Quersoneso, son el mayor reclamo turístico que ofrece la ciudad, con sus columnas a la orilla del mar, sus torreones y sus murallas. Nunca he estado en Grecia, pero por un momento me sentí como paseando junto a los restos del Panteón de Atenas.

Además de los restos arqueológicos, Sebastopol tiene el atractivo de sus fiordos, pues la ciudad se extiende a lo largo de la costa sorteando las entradas de mar que funcionan como puertos. En uno de esos fiordos, el más cercano a Quersoneso, se encuentra una base militar rusa, y algunos de sus soldados estaban realizando prácticas de submarinismo cuando paseamos por allí. La presencia de esa base militar crea una cierta tensión socio-política en la zona que sumada a la cercanía a los restos de la polis ha llevado al abandono de las excavaciones, una verdadera lástima.

Una importante escuela de marines se encuentra en la ciudad, donde grupos de jóvenes uniformados pasean diariamente por las calles. Una estampa de lo más divertida. Estudiantes de África y de países árabes se desplazan allí para completar sus estudios y después volver a sus países para trabajar.


James, un inglés enamorando del mundo y de los idiomas, fue quien me ofreció alojamiento. Se encuentra viviendo en Sebastopol con el fin de mejorar sus conocimientos de ruso, que son ya más que avanzados. Me decía que su objetivo en la vida es aprender cuántas más lenguas pueda, instalándose durante una temporada en cualquier lugar del mundo. Ya habla inglés, español, alemán, francés, polaco y ruso, y seguramente su siguiente parada sea Corea. Aunque en Ucrania el idioma oficial es el ucraniano, una gran parte de la población, la cuál empiezo a ver que es mayoritaria, habla ruso. Me contaba Anna en Yalta que su presidente no sabe ucraniano y que cuando da algún discurso en ucraniano tiene que leerlo como buenamente puede de un papel. ¿Os imagináis en España a un presidente que no hable español?

 

 Aprovechando que James hablaba español y que otra couchsurfer de Sebastopol con la que había contactado también lo hablaba, decidí organizar un encuentro y así olvidarme por unas horas del inglés, que ya me hacía falta. Fue genial pasear por Ucrania hablando mi lengua, además de pasar un rato agradable y divertido charlando con ellos sobre Ucrania. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario