domingo, 9 de diciembre de 2012

Nieve como compañía: Belgrado - Zagreb



Aprovecho una vez más el  trayecto en tren para escribir. Voy a bordo de un tren con destino Zagreb que hoy pasa a formar parte de la historia de Serbia, Croacia y Eslovenia. A partir de mañana dejará de ofrecer un servicio que desde hace años venía dando. Este tren nocturno unía hasta hoy las ciudades de Belgrado, Zagreb y Lubljana, pero la subida de tasas que está llevando a cabo Eslovenia, motivada por la presión de la Unión Europea, ha forzado a los gobiernos de Serbia y Croacia a cortar esta conexión.

Una chica serbia con un inglés impecable que viaja en mi mismo compartimento ha sido quien me ha hecho saber de esta situación. Ella viaja a Lubljana para visitar a su novio. Dice que podría haber cogido otro tren para hacer este trayecto, pero sin embargo ha querido montar en este tren por última vez, y parece ser algo realmente importante para ella porque me cuenta con entusiasmo que incluso lo ha puesto en su estado de Facebook.


Hablando de todo un poco (yo es que salí muy preguntón), me ha contado su visión sobre Kósovo. Ella está conforme con la independencia, pero siente pena por esa gente del norte de Kósovo que guarda orígenes serbios y que ahora se ven separados de ellos.  Esto ha dado pie, no sé muy bien de qué manera, a hablar sobre la Unión Europea y el poco entusiasmo de los serbios por formar parte de ella: “Serbia no forma parte de la Unión Europea y ni si quiera ha pedido cita para negociar sobre su entrada. Nos conformamos con poder viajar desde hace unos pocos años sin necesidad de solicitar visa, aunque la Unión Europea nos impone un máximo de 3 meses dentro de ella para evitar que nos quedemos allí a trabajar. Pero aún así hay mucha gente que huye de aquí y consigue quedarse dentro. No queremos que nos pase lo que le está pasando a Eslovenia. Fue una de las primeras democracias recientes en formar  parte de la UE, pero ahora le están solicitando la privatización de empresas y otros ajustes que seguramente acabarán con su economía. Bastante tenemos nosotros con lo nuestro como para entrar en esas preocupaciones.

Desde que me levanté esta mañana no ha parado de nevar en Belgrado ni un solo minuto. Más de diez centímetros de nieve se acumulaban ya en las aceras de la ciudad cuando he ido a coger el tren a la estación, pero el tráfico y el transporte público parecía ni inmutarse. Ya me gustaría ver Madrid ante una situación así. Nunca había visto nevar tanto tiempo seguido y de una forma tan copiosa. Copos, copos y más copos han ido creando figuras perfectas y de un blanco resplandeciente por toda la ciudad. Resulta curioso que ayer pudiese disfrutar de un increíble atardecer en Belgrado y hoy haber sentido como si de una ciudad completamente diferente se tratara. Sin duda alguna Belgrado está envuelto por una cierta magia.


A la salida de Belgrado, lo único que veía desde las ventanas del tren eran campos cubiertos de una nieve virgen probablemente por encima de 20 centímetros de espesor que parecían llamar a gritos a alguien para que hincase el pie en ellos y rompiese tal perfección, pero pronto todo se ha tornado en una espesa oscuridad que seguramente me acompañe hasta Zagreb. El couchsurfer que me alojará allí me recogerá en la estación a las 5:30 de la mañana. Voy con algo de miedo ante su anuncio de una nevada de 40 centímetros de espesor durante el día de hoy.



Y ahora voy a ver si consigo dormir un rato en las 8 horas de tren que me quedan por delante.




.......



El viaje se  ha hecho más largo de lo esperado. A las 2:30h han desalojado el tren en una estación fantasma en medio de la nada, absorbida por la nieve en la más fría de las noches que jamás haya visto. Resulta que alguien estaba usando el tren para traficar con tabaco y han encontrado montones de cartones de cigarrillos escondidos en diferentes compartimentos del tren, por lo que la policía ha paralizado el tren y hemos tenido que esperar a que otro convoy que estaba aparcado en la estación se descongelase para poder continuar el trayecto. Menos mal que la chica serbia a la que al fin he puesto nombre –Ivana–, estaba allí, porque sino no habría entendido nada. Tiene 29 años y es sociología. Está muy inmersa en el terreno político y en las movilizaciones sociales, y hemos mantenido una larga conversación sobre el 15M y sobre cómo funcionan las protestas sociales en diferentes países, estaba al tanto de que ahora en España hay protestas prácticamente diarias. Me decía que es algo fundamental para una sociedad, y que hay sociedades que aún tienen que aprender que protestar y movilizarse no es algo a lo que temer o a lo que aborrecer, sino que debemos utilizarlas como principal herramienta para expresarnos como sociedad. Realizó su tesis doctoral sobre esta idea y estuvo cubriendo las pasadas elecciones en Ucrania para realizar un estudio sobre el funcionamiento de las movilizaciones que tuvieron lugar allí en ese momento.

Hemos intercambiado teléfonos, así que ya tengo una compañía más en Lubljana para tomar un café, aunque eso aún tendrá que esperar unos días. 

 

Tras 10 intensas horas de tren por fin estoy en Zagreb, donde me he encontrado con una ciudad completamente enterrada bajo la nieve. ¡Nunca había visto algo así! 




Davor, mi CS en Zagreb, me ha recogido en la estación. Había estado de fiesta y venía directamente desde allí. Hemos llegado en coche hasta su casa, sorteando las montañas de nieve que inundan la ciudad, y ahora por fin escribo desde la cama. Es hora de dormir. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario