lunes, 8 de abril de 2013

Transnistria: una cápsula del tiempo


Han pasado ya más de 20 años desde que el Muro de Berlín se viniese abajo y con él toda la compleja estructura del comunismo soviético. Sin embargo, aunque parece que aquellos tiempos forman ya parte de un pasado lejano (Hollywood ha ayudado bastante a ello), todavía quedan pequeños pedazos de la URSS esparcidos por el mundo. Y no se trata de copias adulteradas o intentos de comunismo moderno, son comunismos soviéticos reales. Secesiones terrenales que carecen de reconocimiento internacional, pero que cuentan con sistemas políticos y económicos  originados cuando la URSS aún estaba en pie y que se negaron a abandonar cuando todo apuntaba que el comunismo tal y como se venía entendiendo había tocado fondo. 
Estos estados se reconocen mutuamente como medio de supervivencia, una superviviencia que es posible gracias al apoyo militar de la Rusia actual. Es un tanto curioso que a pesar de que Rusia aparentase abandonar su hambre de imperialismo y su comunismo enranciado tras el colapso de la URSS, todavía siga ejerciendo de padre protector de estos pequeños restos arqueológicos, que sin su ayuda se verían sometidos a una asfixia internacional y posiblemente a una invasión militar que acabaría con ellos. ¿Cuál será pues la intención de Rusia por mantener vivos estos Estados? Parece que los tiempos que corren últimamente, con el comunismo norcoreano en posición beligerante y la China comunista manejando el cotarro mundial, nos remontan a un pasado reciente. Estas dos últimas potencias han heredado el poder mundial que en su momento ostentaba la URSS (y que Rusia no quiere abandonar del todo),  algo que nos lleva a recordar el pasado y a darnos cuenta de que las heridas del siglo XX no llegaron a cerrarse y antes o después tendremos que enfrentarnos a ellas. Puede ser esa la razón por la que Rusia quiera mantener estos puntos estratégicos bajo su tutela, a la espera del despertar del siglo pasado.


 Estos días he tenido la oportunidad de conocer uno de esos lugares: Transnistria. Una secesión de Moldavia que en el año 1992 seria atacada por esta última en un intento de retomar el territorio y unificarlo al recién independizado Estado. Este ataque fallaría gracias al apoyo militar de Rusia, y no sólo fallaría territorialmente hablando, sino que además generaría en la población de Transnistria un sentimiento de odio hacia Moldavia, de protección por parte de Rusia y de nacionalismo independentista "transnistriano". Algo que su presidente,  Igor Smirnov, supo aprovechar muy bien. Un discurso político basado en la protección de la ciudadanía como modo de defensa del exterior le ayudó a implementar aún más sus políticas comunistas, propagando un sentimiento de nación unificada en la que todos son uno y uno son todos y en la que la influencia extranjera es la excepción que confirma la regla. Ese sentimiento de necesidad de independencia camufló las limitaciones que el comunismo traía consigo, y especialmente tratándose de un comunismo manipulado y oligarca con unos niveles de corrupción desorbitados. A ese discurso habría que añadir el control mediático por parte del gobierno y de esa oligarquía sustentada por el gobierno y encabezada por una figura conocida como el “Sheriff”, Viktor Gushan. Sí, como si de una película del vaqueros estuviésemos hablando, aunque en este caso con un toque un tanto irónico. Este tipo posee un monopolio económico que va desde la posesión de supermercados, tiendas de ropa, empresas de importación y exportación de alcohol y tabaco, control de la conexión a Internet y teléfono, posesión de una de las dos cadenas de television de Transnistria (la otra es del gobierno), hospitales e incluso clubes deportivos de tenis y fútbol. ¿Qué ricachón de renombre no gusta de tener su propio equipo y estadio de fútbol?

Este tipo además de tener mucho dinero (insisto en que no olvidéis de que se trata de un "país" comunista) tiene ganado el cariño de la gente. Hablando con gente, me decían: "él busca crear trabajo y dinero en Transnistria, no permite que el dinero se vaya, que lo ganen otros países. Utiliza materias primas y manos de obra propias de nuestro país, nos protege, y además nos da calidad de vida. Por ejemplo los hospitales del gobierno son horribles, yo nunca iría ahí. Pero los del Sheriff son hospitales de verdad. Él se preocupa por desarrollar nuestro país…" Cuando escuchaba esto no paraba de repetirse en mi mente esa idea de líder sectario capaz de manejar a la gente a su antojo. Me decían que es un empresario privado, pero  a la vez se contradecían señalando que es algo así como el que maneja la economía del país. Existen otros empresarios, aunque no sé si eso sirve de mucho porque por lo visto, cuando una empresa comienza a hacerse grande y tener beneficios, el Sheriff la compra.

Transnistria dispone además de una moneda propia, Rublo, la cuál tampoco tiene reconocimiento internacional.  Para poder moverte por el país necesitas utilizar su moneda, algo que resulta fácil pues hay oficinas de cambio de divisas cada 200m. Aunque hay que contar con que el dinero sobrante hay que volverlo a cambiar antes de abandonar la zona o bien guardarlo como reliquia. Este hecho le da al gobierno de Transnistria el control total sobre el valor de esta moneda, y por lo tanto sobre la vida de la gente de una forma indirecta. Todas las posesiones que los habitantes poseen se fundamentan en esa moneda de valor relativo, por lo tanto, cualquier alteración en la situación política o económica del país desataría un caos, pues todo perdería su valor y la gente pasaría a poseer un dinero que tendría el mismo valor que los billetes del monopoli. Esta es además una vía de blanqueo de dinero que seguramente no pase inadvertida por los todo poderosos de Tansnistria, quienes seguramente tengan sus cuentas bankarias bien alejadas del único banco (público) que funciona en el país. 

Estatuas de Lenin presidiendo los edificios públicos, el escudo comunista con la hoz y el martillo vistiendo su moneda, sus coches de policía, sus carteles, sus documentos oficiales y todo aquello que signifique una representación de Transnistria... Estas son las guindas de un pastel que a día de hoy tiene parece tener impulso suficiente como para mantenerse imputrefacto ante el paso del tiempo 


 Lenin Street
 Karl Marx Street 




Esta ha sido la primera vez en mi vida que he sentido temor por la policía, que me he sentido vigilado mientras paseaba por la calle, que he caminado con miedo y fotografiado con precaución... El nulo amparo internacional hacen de este lugar un país sin ley en lo que a turistas se refiere. He podido sentirlo especialmente cuando al ir a cruzar la frontera para abandonar definitivamente Transnistria un policía fronterizo me ha pedido bajar del autobús y me ha llevado a una caseta donde ha comenzado a asustarme con que no podía salir del país porque me faltaba un sello en el pasaporte. Tras varios minutos tratando de convencerlo de que ese sello estaba en otro papel que él ya tenía en la mano, veía que no iba a llegar a una conclusión, y veía todavía más claro que la única intención de todo ello era conseguir dinero. Así que finalmente he sacado la cartera y le he dado el billete más bajo que llevaba (100 Grivnas ucranianos, algo menos de 10€), pues tonto de mí no me he acordado de sacar los billetes grandes de la cartera al llegar a la frontera. 

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