Ayer
me tocó madrugar para coger el tren que me traía a Perugia y, como sarna con
gusto no pica, a primera hora de la mañana estaba ya paseando por las calles de
esta maravillosa ciudad que, además de acoger este festival de reconocimiento
internacional, es un destino turístico que bien merece estar en cualquier lista
de visitas obligadas en un viaje a Italia.
Cuando
llegué, las calles del casco antiguo estaban ya llenas de visitantes del
festival y sobre todo de voluntarios luciendo un colgante que los identificaba.
Una gran acogida que me hizo sentirme como en casa desde un primer momento.
Después de soltar bártulos y recoger la acreditación de prensa me dirigí a la
primera de las ponencias. Resulta verdaderamente difícil decidir qué ponencia
atender pues hay una gran cantidad de intervenciones de calidad que se solapan,
así que no queda otra que echarlo a suertes en la mayoría de los casos. Aunque
bien es cierto que los “internacionales” aquí lo tenemos más fácil que los
italianos ya que la mayoría de las charlas son en italiano.