Después de casi 20 días de recorrido, hoy digo adiós a Ucrania. Llegué aquí con miedo, ese tipo de miedo a lo desconocido que muy a menudo pone límites a nuestra vida. Una lengua que jamás había escuchado, un alfabeto que jamás había leído, unos niveles de corrupción que nunca había experimentado en mi entorno (en España hay corrupción, pero de guante blanco). En definitiva una forma de vida que por muy cercana a Europa que sea se encontraba en las antípodas de lo conocido por mí.
Tras estas casi 3 semanas he descubierto Ucrania, un país que más allá de problemas sociales, que al final son los que siempre dejan huella en la opinión exterior, tiene muchísimo que ofrecer. Una historia cargada de anécdotas, una arquitectura de gran belleza que jamás habría imaginado encontrar aquí, paisajes de ensueño, gente acogedora... Por su puesto hay que lidiar con determinadas cosas menos agradables para encontrar todo esto, pero es un esfuerzo que merece la pena.
Se me ha acabado la memoria en el ordenador (demasiados GB en fotos), así que en cuanto llegue a Poznan os cuento cosas sobre Kiev y Lviv, que tengo anécdotas para rato.
En unas horas empiezo el viaje de vuelta, que me llevará al menos 1 día (unos 1200km hasta Poznan). ¡Hasta pronto!